EL VALS, EL DANUBIO Y LOS STRAUSS.
“Los valses vieneses de Strauss” es una expresión muy popular que se sustenta en la tradicional familia de compositores austríacos que difundió los valses desde Viena hacia el resto de Europa a lo largo del s. XIX. Sin embargo no se trata de un trío de indisoluble y antigua unión, pues sus historias tienen diferentes recorridos previos a su conjunción en Austria: los valses no son vieneses, otras formas musicales nacieron en esa capital y los Strauss escribieron además en otros géneros musicales.
Parece ser que los vieneses tienen la alegre tradición urbana de reunirse en tabernas y organizar fiestas, de tal disfrute son propias algunas formas musicales como las “Wienerlieder”, canciones surgidas en el s. XIX y cantadas en dialecto local que mantienen gran vigencia (https://youtu.be/iH72MvitGU0), al igual que las danzas de la “Schramelmusik” llamadas así en homenaje a su más prolífico compositor Johann Schrammel en las que suenan cuerdas, clarinete, acordeón, guitarra y otros instrumentos folklóricos (https://youtu.be/r2QM-tAYzJs).
En cuanto al vals, y haciendo honor a su etimología, dio muchas vueltas por diferentes regiones y tuvo otros tantos cambios musicales desde su remoto origen en el s. XII, como una danza lenta de la zona del Tirol, hasta el s. XVIII, en que llega más veloz y se convierte en la preferida de las fiestas de la nobleza austríaca; de allí se extendió por las cortes europeas, y en el siglo XIX sería el primer baile que los príncipes compartirían como marido y mujer, además de bailarse en festividades comunitarias. De tal forma, en la Viena de aquellos días había una intensa actividad musical con géneros propios que, si bien habían evolucionado y se habían transformado, gozaban de gran popularidad.
En este panorama surgen los compositores Strauss, confusa dinastía de nombres que se repiten en diferentes generaciones. El primero de ellos fue Johann Strauss I (1804- 1849) reconocido como “el Padre del vals vienés” de quien se dijo: "Viena sin Strauss es como Austria sin el Danubio" (H. Berlioz) y que además compuso polcas y marchas, entre ellas las famosa “Marcha Radetzky” (1848, https://youtu.be/MobMllyybns) considerada el himno no oficial de Austria. La contribución del apellido Strauss continuó en la siguiente generación con sus tres hijos Eduard, Josef y Johann II. Eduard (1835-1916), el más pequeño, no fue tan famoso como sus hermanos, pero hizo su aporte difundiendo la música austríaca y la de su familia hasta en E.E.U.U con su “Orquesta Strauss”; escribió para una forma de danza llamada “cuadrilla” -un baile coordinando de dos parejas- para lo cual utilizó una selección de melodías de moda, por caso temas de la ópera “Carmen” de G. Bizet (https://youtu.be/4dnrvHO9rY8) o de la operetta “La bella Helena” de J. Offenbach (https://youtu.be/yz5RHYntbXc). Su hijo Johan III (1866-1939) continuó la tradición musical familiar una generación más, pero también como director de orquesta. Josef Strauss (1827-1870) se interesó más por las maquinarias que por hacer una carrera musical, si bien ayudó a su hermano Johan Strauss como director de orquesta y con él compuso la “Polka Pizzicato” en 1869 (https://youtu.be/xsOwumN3utE) para deleite de los instrumentistas de cuerdas. El tercer hermano Johann II (1825-1899) se dedicó casi exclusivamente al vals, esa danza por entonces campesina que él introdujo en los bailes de la nobleza. “El Danubio Azul” (https://youtu.be/Jcqg7_94wQc), el más famoso de los casi quinientos que compuso, tuvo poca aceptación en principio, pues, entre otras innovaciones, era cantado: "Que el diablo se lleve el dichoso vals” dijo, pero poco después se impuso en versión instrumental. Por otra parte, el “sonriente genio de Viena” vivió en una época de disputas territoriales y supo expresar su fuerte espíritu patriótico y revolucionario en obras de corte militar que alentaban a estudiantes, soldados y voluntarios (https://youtu.be/P1dRVcBY37U y https://youtu.be/PbMPxEIBXMg) y que también le costó un tiempo tras las rejas, porque su música y su actividad artística tuvieron un sostenido compromiso con su tan convulsionado tiempo y fueron más allá de la despreocupada combinación de “vals, vino, mujeres y canto”, como sintetizó alegremente su colega alemán Richard Wagner.
Es difícil imaginar el efecto que produjo su música en la sociedad y en la vida política local del 1800, pues, de la mano de valses que hoy suenan casi frívolos, los Strauss lograron el reconocimiento del mundo musical y el de sus compatriotas.
Imagen: La Familia Strauss. RTVE.es