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Leticia Molinari

POCAHONTAS


“Había una cama de hojas y un juego interrumpido…”

Así inicia la segunda parte del poema El Puente del escritor H. Crane que sirvió de inspiración al compositor norteamericano Elliott Carter para su ballet Pocahontas. Con relativa precisión histórica, el ballet cuenta la vida de Matoaka apodada Pocahontas, hija de un cacique que desde pequeña entrelazó su vida a la de los primeros colonos que llegaron a los territorios de Virginia: se casó con un explorador inglés, cambió su nombre a Rebecca luego del bautismo y murió en Inglaterra en 1617. Esta historia fue llevada al cine en varias ocasiones, tal vez la más conocida fue la película homónima de Walt Disney de 1995. Sin embargo, ya 60 años antes de Disney, Carter había compuesto su primer ballet por encargo de un excompañero de Harvard, Lincoln Kirstein quien le pidió contar “la tragedia de los pueblos originarios”; la primera versión data de 1936, con acompañamiento de piano.

Todo comenzó en París cuando Kirstein asistió a las presentaciones del coreógrafo George Balachine y lo convenció de viajar a New York para fundar allí un ballet itinerante llamado The Caravan Ballet; Carter, que por entonces regresaba de París a E.E.U.U luego de estudiar con la maestra Nadia Boulanger, se sumó al proyecto como consejero musical. Pocahontas, ballet-legenda en un acto, se estrenó en 1939 en versión para gran orquesta, es una música enérgica, con tintes primitivistas y clásicos que actualmente se interpreta como suite (1941-60, https://youtu.be/MdBixDaq9OM?list=RDMdBixDaq9OM y

https://youtu.be/jvGGYXpoexo?list=RDMdBixDaq9OM). Sus movimientos son: Obertura y Smith y Rolfe perdidos en el bosque de Virginia (ambos con carácter allegro vigoroso), La Princesa Pocahontas y sus Damas (allegretto grazioso), La Tortura de John Smith (maestoso) y Pavana. Despedida de Pocahontas (andante sostenuto e pesante).

Este ballet fue una de las primeras obras del longevo Elliott Carter, fallecido el 5 de noviembre de 2012 a los 103 años; escribió por más de 75 años e incursionó en diferentes estéticas con gran independencia, de hecho cuando compuso su Primera Cuarteto de Cuerdas dijo: “Decidí escribir por una vez una obra muy interesante para mí mismo y mandar al infierno al público y también a los intérpretes”. Ganó dos premios Pulitzer: uno en 1960 y otro en 1973 por el 2º y el 3º Cuarteto de Cuerdas respectivamente. En este último concreta su idea de música individualizada pues hace un tratamiento sonoro por dúos instrumentales y así los dispone en escena: violín I-viola y violín II-violoncello (https://youtu.be/qh6quNNc3A4 y https://youtu.be/M9fIcBxp7-c). A partir de estos años comenzó a abordar la música vocal y a interesarse por la relación texto-música como es el caso del ciclo de canciones A Mirror on Which to Dwell (1975), para voz y grupo de cámara (Sandpiper, para soprano, oboe, piano, violín, viola, cello y contrabajo en https://youtu.be/FEGwHo1QeEI). Dichas obras corresponden al llamado “período maduro” de Carter; luego, por los años ’90, vino el llamado “período tardío” pero todavía faltaban 20 años de producción y nuevos caminos. En su última entrevista, sintetizó: “Toda mi vida ha girado en torno a la música que se ha escrito sobre el momento en que nací, 1908, justo antes de la Primera Guerra Mundial y poco después de ella. Esta música siempre he conocido, y es la música que es más importante para mí”.

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